Inseguridades, así voy a llamarte, en mayúscula y todo. No tenías suficiente con tus pesadillas y viniste a poblar las mías. No, no me cambies de tema, ya sé que fui yo quién te llamó, quién (te) lloraba por las noches, quién rogó tu vuelta cada madrugada. Pero, cielo, para venir y traer de la mano a mis miedos, podías no haberme hecho caso. Inseguridades, porque las estás alimentando y haciéndolas más y más grandes en lugar de espantarlas, como prometiste.
Autoestima, así voy a llamarme, voy a ser el puzzle de los (des)trozos que has dejado desordenados en el primer cajón que has encontrado buscando tus llaves para irte. Voy a coser las heridas que has hecho sin causa a tu antojo con los hilos que sujetaban tu sonrisa para cicatrizarlas, recordándome que antes de a ti he de quererme a mí. Romperé todas esas barreras creadas por culpa de tus falsas palabras para así poder empezar de cero. Autoestima, porque voy a borrarte de mi vida para dejar de soñar ser feliz y empezar a serlo.
Mentiras, así voy a llamarme, porque acabé creyéndome todos tus cuentos chinos. Llegué a autoengañarme para creerme tus palabras, palabras que con la misma rapidez que vinieron, se fueron. Voy a quemar todas tus excusas y se convertirán en humo, aunque ya lo eran. Voy a pintar en nuestro banco todos aquellos "no me voy a ir" que me dijiste y no cumpliste, por si vuelves para que entiendas por qué ya no te creo. Mentiras, porque en eso se quedó lo nuestro, por llamarlo de alguna manera.
Certezas, así voy a llamarte, así voy a callarte, a verdades. Voy a quemar los recuerdos para creer en los que vendrán, para crearlos. Necesito un poco de aire que no haya sido contaminado por tus suspiros, que no haya sido envenenado con tus falsas promesas. Necesito un aire en el que no estés tú. Certezas, tan cierto como que no puedo vivir sin ti, pero contigo tampoco.
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Así voy a llamarte escritos en plena Tormenta,
así voy a llamarme mientras una Ráfaga de viento pasa a nuestra vera.